Monday, March 13, 2006

Mis Carnales

Queeee bonita familaaaaaa!!!

No cabe duda, lo mas importante para mi, es la familia y afortunadamente, tengo una familia bastante amplia y la cual siempre me mantiene con los pies en la tierra.

Esta es una de las fotos mas chingonas de las que recuerdo, me gustaria que pasaramos muchos años mas asi, todos juntos.

Tengo mas carnales en mi vida, los listo sin temor a equivocarme:

Manolo, Moncho, Josue, Luis, Armando el Guero, el Yorch Godzuky alias el Dr. Jorge y su carnal Alex, Daniel Navaja, Mauro Electrodomestico y el Charly Monster, el Borre, la Raula y el Ivancoatl, el Keshava Bionico, el Memeleches, Luigi y JuanSohh, el Charly King, el/la Chato/a, el Booker, el Pajaro, el Napo, el Jerry San, el Efras, el Poko.

Saludos a todos ellos!!!

Thursday, January 26, 2006

Que tipo de amigos tengo?


Tengo a mis amigos de la infancia, a mis amigos de la minibanda, a mis amigos raptores, a mis amigos maikoles, a mis amigos de Villa, a mis amigos de la chamba, a mis amigos en Cancun, a mis amigos ex-tertulios, a mis amigos de las pedas, a los amigos invisibles, etc. pero tambien descubri (bendito internet) que no estoy solo y hay otros amigos como yo.
http://www.kaliman.com.mx/

El otro yo

El Otro Yo

Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la naríz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo.
El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente, se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse imcómodo frente a sus amigos. Por otra parte el Otro Yo era melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.
Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo que hacer, pero después se rehizo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la mañama siguiente se habia suicidado.
Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero enseguida pensó que ahora sí podría ser íntegramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó.
Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió la calle con el propósito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le lleno de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas. Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: "Pobre Armando. Y pensar que parecía tan fuerte, tan saludable".
El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.
La muerte y otras sorpresas